lunes, 14 de diciembre de 2009

LA TEORÍA DEL METEORITO


Hace algunas semanas, cumplí treinta años. La gente no paraba de decirme todo tipo de cosas acerca de este cumpleaños un tanto "especial" - algunos decían que entraba en la mejor etapa de mi vida; otros, que era una época de cambios; y algunos me avisaban de que no me sorprendiera si de pronto los treinta me golpeaban demasiado fuerte y sentía una especie de malestar, de angustia o de bajón.

La verdad es que yo he entrado en los treinta con alegría. Para empezar, me gusta el número. Siempre he sido fan de los números impares y el tres es un número de buen augurio de todas formas. Así que el hecho de entrar en esta tercera década de mi vida me hace ilusión. Sí es cierto que me estoy planteando (y sobre todo, replanteando) muchísimas cosas, pero no estoy segura de si la razón es la edad u otras cosas. Tengo nuevos objetivos, nuevos sueños, mis prioridades han cambiado y las cosas que antes me parecían tremendamente molestas ahora casi no me afectan. Esto último creo que se lo debo al Reiki, una práctica maravillosa con la que tomé contacto en el mismo fin de semana en el que cumplía años, hecho que considero significativo y casi premonitorio. El Reiki me ha abierto canales y caminos que me están haciendo una persona mejor y más completa y que están añadiendo mil y una posibilidades a mi vida. Estoy notando cambios increíbles en mi forma de pensar, en mi percepción, en mis capacidades, en mis sentimientos... así que ahora me toca seguir con mi práctica de Reiki felizmente y disfrutar del camino por el que me lleve.

En cualquier caso, y sea por las razones que sea, mi mundo está cambiando para mejor. El estrés, los agobios del día a día (y creedme, últimamente ha habido muchos) me afectan de manera distinta - vivo de manera diferente y aunque no sepa exactamente los caminos que he seguido para llegar hasta este momento vital, lo atesoro y lo agradezco muchísimo.

Incluso esa parte de mí adicta al trabajo y al orden me está dando un poquito de tregua últimamente. Por la forma en la que he sido educada y por mi propio carácter, siempre he hecho el trabajo primero y me he divertido después. Nunca antes me había planteado realmente el hacerlo al revés. Sin embargo, mi nueva filosofía es la siguiente: si voy a hacer dos cosas en un espacio determinado de tiempo, para decicir cuál de ellas hago primero me pregunto - "si dentro de cinco minutos un meteorito se estrellara contra la tierra y el mundo se acabara, ¿cuál de estas cosas valdría más la pena haber hecho? Y ésa es la que elijo para hacer primero.

Os pongo algunos ejemplos para explicarme mejor: este fin de semana he puesto el árbol de Navidad antes de hacer mi cama; también he visto mi peli favorita en DVD antes de lavar los platos; y ayer salí tranquilamente a merendar antes de ordenar y limpiar el salón. Al final he acabado haciendo todas las demás cosas igualmente, pero no he priorizado el trabajo por encima de la diversión. Porque, sinceramente, bastante nos hacen priorizar el trabajo en nuestas vidas como para que encima nos auto-impongamos tanta disciplina innecesaria.

Así que ya ves, querido lector, la teoría del meteorito funciona - piénsalo: si los próximos cinco minutos fueran los últimos que tienes en la tierra, ¿qué te gustaría estar haciendo ahora?
Y cuando ya lo tengas pensado, cierra este blog y adelante con ello.