sábado, 24 de diciembre de 2011

EVOLUCIÓN


Dicen que todo cambio es bueno, aunque no sea bienvenido en un primer momento. La vida está en constante movimiento: dinámica, voluble, impredecible. Lo natural no es que las cosas se mantengan siempre igual; al contrario, lo natural es el cambio, la evolución.

Sin embargo, el ser humano es un animal de costumbres y, por ello, a veces nos cuesta mucho aceptar las nuevas situaciones de nuestras vidas. Nos aferramos a lo que conocemos, a lo que nos resulta familiar, independientemente de si nos hace realmente felices o no. Es una actitud peligrosa, porque el principio de la evolución dicta que hay que adaptarse o morir, cambiar con nuestro entorno o acabar desapareciendo sin remedio.

Sé por experiencia lo que se siente cuando algo bueno desaparece de tu vida. He sentido el inmenso dolor de perder lo adorado: personas, experiencias, situaciones... El alma se llena de una gran sensación de impotencia, como si la Vida nos hubiese mostrado un atisbo de la felicidad completa para luego quitárnosla sin piedad. Es un dolor físico en el pecho, como si el corazón, literalmente, se rompiera. Las lágrimas que lloras son, inexplicablemente, distintas a las que sueles llorar y nos parece que el consuelo nunca llegará.

Pero la realidad es que ese dolor, como todo lo demás en la vida, también pasa. Las lágrimas desaparecen, el pecho se calma, el consuelo llega. Pero la adaptación, el uso de todo ese dolor para evolucionar, está en nuestras propias manos. Sólo de nosotros depende pasar al siguiente nivel y reinventarnos una vez más para no caer en el olvido de nuestra propia existencia.

El problema está en que, como decía Facundo Cabral, solemos estar demasiado distraídos: distraídos de nuestra propia existencia, de lo bueno que nos ofrece la Vida, del milagro de nuestra respiración, del latido de nuestro corazón, de todo lo que crece, muere y renace a nuestro alrededor. Y en nuestras manos está trabajar nuestra consciencia para eliminar toda esa distracción.

Hace pocas semanas, mi hermana se fue de casa. Se mudó para comenzar una nueva etapa, natural, necesaria, lógica... A la emoción, las ganas y la alegría acompañaron momentos de duda, de nervios, de ansiedad ante el cambio. ¿Pero qué sería de nosotros si no abrazáramos las nuevas etapas de nuestra existencia? ¿De qué nos serviría quedarnos estancados en lo que fue, sin permitir la entrada a lo que será? Lo cierto es que no seríamos humanos si no sintiéramos nostalgia: de conversaciones, de la compañía del otro, de momentos compartidos... no seríamos humanos si no hiciéramos duelo por el fin de cada uno de nuestros ciclos.


Pero debemos saber que con el fin de cada ciclo llega el comienzo de un nuevo camino, lleno de sus propias bifurcaciones, baches, penas y alegrías. Si mantenemos la mirada en ese camino, mantendremos la puerta abierta a nuestra propia vida.


En estos días, somos testigos del final de otro año, otra etapa que se cierra para dar paso a algo nuevo. Es muy común mantener conversaciones sobre los deseos que tenemos para el 2012, deseos de mejora, de que se cumplan nuestros objetivos, de llegar a nuestras metas en la vida... Pero se me ocurre pensar que, a veces, usamos demasiado la palabra FUTURO e ignoramos más de la cuenta la palabra PRESENTE. Es posible que, en lugar de hacer tantos planes (ésos que, como decía Borges, tienen una manera de caerse en la mitad), sea bueno centrarse más en ese camino, el que estamos haciendo, con todos sus cambios y sus distintos ciclos. Es posible que lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos sea dejar de mirar tan lejos y abrir nuestros brazos a lo que es... porque la única verdad es que eso - y sólo eso - es lo único que hay.

Kavafis escribió:
Si vas a emprender el viaje a Ítaca,
pide que tu camino sea largo
(...)
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
(...)
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.


Ojalá que nuestro viaje en esta nueva etapa - en todas nuestras etapas - esté lleno de saber y de vida.

Feliz 2012 a todos.