Mi amigo Nelson es cuentacuentos. O, como dice él, contador de historias. Le conocí hace casi diez años, cuando entró a formar parte de mi clase de interpretación, en la sala Triángulo de Madrid. Por aquella época, yo tenía 21 años y me formaba como actriz, me tomaba todo absolutamente en serio y mi vida comenzaba a llegar a unos límites de intensidad casi preocupantes. Ésa era la época en la que aún me parecía que, si amaba algo o a alguien, tenía que darle hasta la última gota de mi sudor y de mi sangre, por siempre jamás.
Y así viví mi vida durante muchos años.
Con el tiempo, fui descubriendo que es imposible que el Amor sea sufrimiento y que la intensidad está muy bien en las pelis, en las novelas y en momentos muy puntuales de la vida de uno, pero que es insostenible y ridícula como algo permanente. Como me dijo un día una amiga: "Parisa, no te puede importar TODO".
Volviendo a Nelson, la razón por la cual le menciono aquí es que él siempre fue una de esas personas optimistas, llenas de energía y con un toque mágico, que contagian de alegría a todo y a todos a su alrededor. Siempre le envidié esa capacidad para vivir al máximo, que es sin duda la razón por la cual todo lo que ha hecho en la vida le ha salido bien, en el trabajo, en el Amor y en todo lo demás. Hace un año y medio, Nelson se casó con Lucía, una criatura preciosa y absolutamente dulce, que parece estar hecha para él. Tuvieron la amabilidad de invitarme a su boda y aún recuerdo a la perfección, como si lo hubiese visto ayer, la desbordante energía, las ondas prácticamente visibles de Amor y felicidad que desprendían.
He estado trabajando durante mucho tiempo para mejorarme a mí misma, para entender la vida y aprender a vivirla de la mejor manera posible. Y hace poco, después de años de trabajo espiritual y terapéutico, he comenzado a notar los cambios. En los últimos días, he conseguido incluso vislumbrar atisbos del más difícil todavía, de lo que más le cuesta al ser humano: vivir el presente. ¿Quién hubiese pensado que sería tan difícil? ¿En qué cabeza cabe que nos resulte tan duro estar aquí y ahora, cuando es lo único que tenemos? ¿Cuándo comenzó el ser humano a proyectar hacia el pasado y hacia el futuro de esta manera tan compulsiva?
Eckhart Tolle, en su libro El Poder del Ahora, nos anima a examinarnos a nosotros mismos para "pillarnos" en cuanto comenzamos a salir del presente. Yo estoy leyendo el libro en estos momentos y estoy realizando el ejercicio a diario y me parece realmente tremendo que nuestros contactos reales con el presente sean meros microsegundos que ocurren muy de vez en cuando. El 99,9% del tiempo estamos pensando en el pasado o en el futuro, pero muy rara vez estamos en el presente... Es un ejercicio alucinante y muy revelador y os animo a probarlo.
El caso es que, gracias a todo este trabajo que estoy haciendo sobre mí misma, he llegado a comprender por fin el gran secreto de Nelson y de otras (muy pocas) personas que conozco: el secreto es el ahora. Ni más ni menos. Su secreto es vivir el momento, en cada momento. Ésta es la "buena estrella" de Nelson - no es que sea un tipo increíblemente afortunado, es que sabe vivir.
Esto lo he comprendido esta misma noche, en un pequeño restaurante de Malasaña llamado La Rochela, donde Nelson contaba sus cuentos y presentaba su segundo libro de relatos, El Comprador de Soledades. Mientras le escuchaba contando sus historias y envolviéndonos con su poderosa magia, vi con absoluta claridad la fuente de su poder: su mejor historia es su ahora.
Cuando terminó la actuación, metí ese secreto descubierto en mi bolso, justo al lado de mi ejemplar dedicado de El Comprador de Soledades. Luego le di un gran abrazo a Nelson y me dirigí hacia la boca de metro, envuelta en su nube de alegría sin fin.
www.nelson-calderon.com
viernes, 22 de octubre de 2010
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