lunes, 27 de marzo de 2017

ES PURO TEATRO


Hoy es el Día Mundial del Teatro y, como casi todos los años, lo recibo inmersa en una nueva producción teatral. Desde que comencé a dedicarme en serio al teatro, han sido poquísimas las ocasiones en las que no me he encontrado con el 27 de Marzo sin tener algún proyecto entre manos... me atrevería a decir que sólo me ha pasado una vez, cuando dejé mi trabajo corporativo para montar mi negocio, cosa que no me dejó tiempo para involucrarme en nada más ese año.

Es difícil para mí explicar, o incluso entender, el poder que tiene el teatro en mi vida, lo importante que es para mi existencia, las emociones que mueve, lo mucho que me ancla y me sacude a la vez. A veces me quedo pensando en lo curioso que es este oficio, en lo raro que le parecería a un ser de otro planeta llegar aquí y ver a decenas de personas sentadas en filas de butacas, completamente quietas, observando algo que ocurre en un escenario. El teatro es entretenimiento, pero también es comunicación, catarsis, magia, chamanismo, vida. Cuando un dramaturgo pone lápiz sobre papel para contar una historia, cuando un director la interpreta para ponerla en escena, cuando un actor la vive, transitando sus propios sentimientos y vivencias y lanzándolos al público como flores, como ráfagas de viento, como bofetadas de realidad... están abriendo canales, moviendo energía, sacando penas, resolviendo dudas, celebrando la vida.

Amo mucho mi trabajo como terapeuta, estoy completamente entregada a mis pacientes, a mis alumnos, a mi oficio de sanar. Sin embargo, el teatro nunca ha perdido su sitio en mi realidad. Cuando me dedicaba a algo que no me gustaba, funcionaba como vía de escape, como una manera de encontrar la felicidad fuera de mi horario de trabajo. Pero también ahora, y aun dedicándome a algo que amo con todas mis fuerzas, sigue siendo especial e irremplazable. Ésa es mi realidad. Y entiendo que no todo el mundo la comprenda... creo que es privilegio de unos pocos tener algo que nos haga sentir tanto. Para los que lo amamos, el teatro no es un oficio, sino un lugar. Un lugar de creación de sueños y de destrucción de traumas, un patio seguro en el que jugar y - al mismo tiempo - una montaña rusa en la que dar rienda suelta a nuestras obsesiones, deseos y pasiones. No siempre es agradable: a veces es duro, muy duro. Y como nos importa, lo sufrimos. Y cuando los traumas y las penas y las obsesiones salen a la superficie, duelen. Y tenemos que hacernos con ellas y arrancarlas del alma y lanzarlas al universo desde un escenario para quedar en paz.

A veces me pregunto por qué no puedo estar sin teatro; a veces no entiendo por qué nada me hace sentir igual de viva, por qué no puedo dejar de pensar en ello, por qué ha sido la semilla, el núcleo, el corazón de mi existencia desde que tenía trece años y pisé por primera vez un escenario. Y quizás nunca sea capaz de explicarlo con palabras. Mi única manera de expresarlo es con mi trabajo. Cada palabra que digo en el escenario, cada movimiento que hace un actor bajo mi dirección, es un acto de amor hacia mi oficio. Y es que a veces, las palabras sobran.

Feliz Día Mundial del Teatro a todos.

(Nota: "Un Tranvía Llamado Deseo" se representará bajo mi dirección, en versión original, del 1 al 4 de Junio en el Teatro Tribueñe - para más información, echa un vistazo al poster al principio de este post)