Hoy es tu cumpleaños. Si continuaras habitando esta realidad, cumplirías 76 años. Pero, aunque me parezca imposible, dentro de unos días también se cumple ya un año desde que decidiste abandonar tu cuerpo físico. Lo hiciste sin grandes ostentaciones, como el caballero que siempre fuiste: nos esperaste y después, simplemente, cerraste los ojos y volviste a ser alma y luz.
Y - en contra de todos mis pronósticos - el mundo siguió girando.
Uno deja de comprender la vida cuando pierde a la persona que más importa, a su eje, a su roca. Recuerdo haber pensado que no sé cómo vivir en un mundo en el que tú no existes. Y, sin embargo, esa sensación no es lo que más recuerdo de aquellos momentos. Lo que más recuerdo - y lo que con más fuerza y con más frecuencia me ha acompañado durante estos meses - es el Amor. El Amor entre nosotros y también el que vino de fuera, tan sólido, tan rotundo y en cierto modo tan inesperado. En los días de tu despedida, el Amor en nuestra familia, unido al de las personas que nos acompañaron, nos rodeó como un escudo protector inamovible, con una fuerza que hubiese podido mover montañas. Y ahora lo entiendo: fue esto, precisamente, lo que permitió que el mundo no dejara de girar.
Cuántas cosas han pasado en este año, papá... Ha sido terrible y fantástico, intenso, turbulento, triste, maravilloso. Muchas de las personas que nos acompañaron en esos días han vivido cosas que les han cambiado por completo la existencia: bodas, cambios de trabajo, de ciudad, de país, enfermedades, embarazos, nacimientos, muertes... tantas cosas que cambian, tantas personas que se reinventan a sí mismas día tras día...
Sí, la vida sigue. Estabas tan preocupado por nosotras, por lo que pasaría cuando ya no estuvieras. Pero te lo prometí y he cumplido mi promesa: estamos bien, seguimos adelante. Echo de menos hablar contigo, nuestras largas conversaciones por teléfono, lo orgulloso que estabas de mi trabajo, las risas, los abrazos. Te podría contar todas las cosas que han pasado en mi vida durante estos meses: reforma, trabajo nuevo, proyecto profesional, una historia de amor, viajes, bodas, velatorios, alegrías, celebraciones, amigos que han venido y otros que se han ido, las obras de teatro, la tristeza, la búsqueda, la confusión, la preocupación, la paz, la felicidad, el Amor... Te lo podría contar todo, pero sé que no es necesario, porque tú ya lo sabes.
Cuando me visitas en sueños, me dices que te tienes que marchar, que ya no puedes estar aquí. Creo que te refieres a dentro de mi cabeza, en mi mente analítica, en la que se preocupa y se obsesiona y da vueltas a pensamientos sin sentido. Esto es lo que debo dejar marchar para conectar con lo que verdaderamente importa y para dejar que la vida entre de lleno, sin barreras. Esa vida que me regalaste con el esfuerzo de años, la vida que nació de ti y de la que formarás parte para siempre.
No, no hace falta que te cuente nada, porque tú ya lo sabes. Simplemente, voy a seguir construyendo mi vida sobre esa base segura, sólida y fuerte que me diste. Sólo eso, y regalarte mi alegría, para que te acompañe en ese vuelo en el que todo lo ves.
Te quiero mucho.