jueves, 18 de octubre de 2012
SÁCAME A PASEAR
Mi primer contacto directo con la cultura oriental fue en Vietnam, en el año 2008. Para mí, este viaje marcó un antes y un después en mi vida por varias razones, entre ellas el hecho de que visitar una tierra tan diferente a todo lo que había conocido hasta ese momento me abrió los ojos a un mundo de posibilidades. Ésta fue la razón por la cual el viajar se convirtió en algo tan importante para mí: desde entonces, aprovecho cualquier oportunidad para echarme la mochila al hombro y salir a pasear por ese inmenso paraíso lleno de matices, colores y vida que es nuestra Tierra.
Una de las cosas que más me llamó la atención de la cultura oriental (lo vi en Vietnam y, años más tarde, también en China) fue que la gente hace su vida entera en el exterior. Todo ocurre en la calle o, como poco, con las puertas abiertas de par en par. Los conceptos de privacidad y espacio personal son completamente distintos a los nuestros y están regidos por creencias y reglas completamente diferentes a las de nuestro mundo. Aunque, en un principio, esta forma de vivir puede resultar algo chocante para el visitante occidental, si abrimos nuestra mente a ello, es un concepto increíblemente liberador.
Ando dándole vueltas a la imagen de esas calles de Vietnam, donde un espejo en un árbol y una bombilla mal colgada constituyen una peluquería, donde las mujeres y los niños dormitan en tiendas de ropa abiertas de par en par y donde lo que puede ocurrir en la calle, jamás lo hace tras una puerta cerrada.
Se me ocurre pensar que ese viaje, que dio motor a mis pies para que no dejaran de pasear, aún hoy - cuatro años después - me sigue enseñando cosas. Después de todo, allí pude presenciar el concepto de sacar la vida a pasear en su más amplio sentido. ¿Qué ocurriría si siguiéramos el ejemplo de los vietnamitas y viviéramos hacia fuera cada día?
Hace un par de días, alguien me aconsejó que sacara mi sensualidad a pasear. Y pensando en ello con objetividad, me he dado cuenta de que (aunque suela pensar lo contrario) no siempre saco a relucir todo lo mejor de mí en mi día a día. Ni mi sensualidad, ni muchas otras cosas que, en ocasiones, creo no poseer. Y es que a veces son más visibles nuestros defectos que nuestras virtudes, por el simple hecho de que no siempre reconocemos nuestras virtudes por lo que son. Puede que, efectivamente, haya llegado el momento de sacar mi sensualidad a pasear todos los días, en lugar de reservarla siempre para mis fotos, para el escenario o para momentos particulares de mi vida.
Es más, se me ocurre pensar que todos podríamos convertir esto en una práctica habitual en nuestro día a día. Sigamos el ejemplo de los vietnamitas y expongamos lo mejor de nuestra vida interior. Tenemos demasiadas cosas buenas que no mostramos... como si las estuviéramos reservando para un momento especial. La realidad es que si abriéramos las puertas de nuestras vidas de par en par, lo mejor de nosotros estaría expuesto siempre... y quién sabe lo que podría significar eso para el difícil mundo en el que vivimos.
Así que invito a cada lector a que elija al menos una cosa buena para sacar a pasear cada día. Saca tu sensualidad, tu niño travieso, tu ternura, tu solidaridad. Saca tu luz, tu risa, tu empatía, tu talento. Saca lo mejor de ti y dale una buena vuelta por el mundo. Yo, por mi parte, voy a empezar por seguir el consejo que me han dado...
Y quién sabe... quizás la respuesta del mundo nos sorprenda más de lo que podríamos imaginar.
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Maravilloso, como siempre. Saint Exupéry escribió: "El amor es lo único que crece cuando se reparte." De tal modo, repartamos el amor mostrando lo más bello que tenemos.
ResponderEliminarMuchos besos Parisà.
María
Buenisimo! A ver si encontramos el valor de sacarlo todo <3
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