jueves, 30 de mayo de 2013
CUANDO REALMENTE IMPORTA
Siempre he opinado que la vida es maravillosa. Que con todas sus dificultades, sus baches en el camino y sus contratiempos, sigue siendo un gran regalo que no puede ser desperdiciado. En más de una ocasión me he preguntado si habría algo que me haría cambiar de opinión, si pensaría de manera diferente si mis circunstancias se torcieran más allá de lo que nunca me atrevo a imaginar. Supongo que ninguno de nosotros puede saber la respuesta a esto hasta que se encuentra en la situación, ante esas circunstancias temidas, frente a esa mala noticia, lidiando con un sufrimiento mayor a cualquiera que hayamos podido sentir hasta ese momento.
Sé que hay quien piensa que tengo una noción idealizada de la vida, que no veo el lado negro de nuestra existencia, que vivo en un estado permanente de irrealista ingenuidad. Es cierto que soy una persona optimista y que, gracias al esfuerzo de mis padres y al mío propio (y a unas circunstancias generalmente afortunadas) he tenido una vida bastante libre de desgracias y de dolor, relativamente fácil y cómoda. Sin embargo, no soy ingenua. Soy consciente de que la vida puede ser cruel, despiadada, tremendamente dolorosa. Sé que es imposible vivir una vida completa sin encontrarnos con circunstancias difíciles. Y la verdad es que, cuando esas circunstancias llegan, es cuando cada persona llega a entender la realidad de su propio carácter, de su fortaleza y de su capacidad de superación.
En las circunstancias complicadas sale a la luz lo mejor y lo peor de nosotros. Y es en este tipo de circunstancias cuando realmente podemos comprobar cuál es nuestra visión de la vida, lo que nos parece importante y cómo nos enfrentamos a lo que nos ocurre. Me hace muy feliz poder decir que, incluso en el remolino del dolor y la preocupación, he podido comprobar que lo que siempre me ha parecido real, lo que siempre me ha resultado importante, sigue estando allí, demostrándome que es lo que realmente cuenta. He podido comprobar cómo se sacan fuerzas de donde creemos que no las hay. He visto cómo la verdadera amistad pasa de promesas hipotéticas a manos reales que están tendidas incluso antes de que tengamos la oportunidad de pedir ayuda. He sentido cómo - tal y como siempre he pensado - más allá del dolor y las lágrimas, del miedo y la frustración, más allá de todo lo bueno y lo malo que podemos estar viviendo, está el Amor.
Suelo utilizar los términos Amor, Dios y Vida de manera prácticamente idéntica, porque pienso que son maneras distintas de hablar de lo mismo. Ahora sé que no me equivoco y tengo claro que, pase lo que pase y nos lleve a donde nos lleve nuestra existencia, al final, envolviéndolo todo, estará ese Amor. No importa que no comprendamos, no importa que nos equivoquemos, que tropecemos y caigamos... el verdadero significado de todo está mucho más allá de todo eso.
Es fácil practicar nuestra espiritualidad cuando todo va bien. Es fácil ser agradecidos y ver lo mejor de la vida cuando no nos pasa nada realmente grave. Lo difícil es hacer todo eso cuando las cosas van mal. Es entonces cuando realmente importa. Es entonces cuando hay que levantar la cabeza, adquirir perspectiva, mantener el sentido del humor y la confianza en que todo estará como tiene que estar, porque la vida siempre encuentra la manera de saber muchísimo más que nosotros.
Por otro lado, de las circunstancias adversas también nacen maravillas: nuevas maneras de ver las cosas, ideas, decisiones y nuevos retos que nunca nos habíamos planteado. Merece la pena hacerles caso, no hundirnos bajo el peso de la preocupación, seguir adelante con todas nuestras esperanzas y mantener la fe en que la vida ayudará a que se cumplan todas y cada una de ellas.
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CUÁNTA FUERZA Y POSITIVIDAD TIENEN TUS PALABRAS, QUERIDÍSIMA PARISA. COMPARTO TODO LO QUE NOS OFRECES EN ESTA REFLEXIÓN...QUÉ INMENSO ES TU NOBLE CORAZÓN.
ResponderEliminarTU AMIGA, SIEMPRE A TU LADO!!!
SILVINA