lunes, 10 de agosto de 2009

A mazazos


Cierta vez oí a alguien decir: "¿por qué me sigo dando mazazos en la cabeza? Muy sencillo: porque me siento fenomenal cada vez que paro". Curiosamente, es una de las tonterías más lógicas que he oído nunca. La verdad es que, en general, solemos ir por la vida como elefantes en una cacharrería, destruyendo a nuestro paso cosas grandes y pequeñas, cosas con y sin importancia, cosas reales e imaginarias, cosas buenas y malas, cosas nuestras y cosas de los demás.

Lo de ir pisando con cuidado hay quien no lo aprende nunca y los que sí lo aprenden, lo suelen aprender tarde, cuando la cacharrería ya está devastada, destruida y triste como un campo de batalla.

La búsqueda de lo que nos hace sentir bien, aquí y ahora, sin importarnos las consecuencias, es algo tremendamente común en nuestra sociedad hoy en día. Nos lo venden por todas partes. Los medios de comunicación, la publicidad y nuestro propio ansia de escapar de una cárcel moral y anímica que nosotros mismos nos hemos forjado a pulso con los años, hacen que busquemos poco más que la satisfacción inmediata: ese polvo rápido, esa tableta de chocolate que devoramos entera, ese paquete de cigarrillos que juramos duraría una semana fumado en un solo día, ese vestido que nos cuesta el sueldo de un mes... Y claro, los mazazos vienen luego y nosotros sabemos que vendrán, pero ¿qué nos importa eso en este momento, verdad? Y así, mazazo tras mazazo, acabamos con un chichón tremendo en la cabeza y con el mazo preparado para volver a empezar.

Yo he sido una experta en mazazos durante una gran parte de mi vida. Lo admito sin pudor, no porque esté orgullosa de ello, sino porque la última vez que empecé a sentir los porrazos autoimpuestos en mi cabeza, mi amor propio, mi ángel de la guarda, o algún otro ente que aún no he reconocido me hizo parar y replantearme las cosas. Es totalmente cierto que en lo que se refiere a las relaciones, he aprendido (con perdón) a hostias - para colmo, incluyendo alguna literal - y creo que ha llegado el momento de pensar en el por qué de eso y sobre todo, en remediarlo.

No creo que proceda ponerme a hablar ahora del proceso psicológico que he experimentado en estas últimas semanas, pero creo que sí cabe decir que es todo un descubrimiento darte cuenta (como una niña pequeña que descubre algo obvio por primera vez) que el amor no debe ir de la mano del sufrimiento, que no es romántico perder el sueño y el apetito por el ser amado y que no es cierto que cuanto más sufres, más amas... Ah. Y entonces, de pronto y como por arte de magia, empiezas a ver las cosas claras.

No sé a vosotros, pero a mí me asusta. O mejor dicho, me asusto. Yo misma me asusto. Me asusta pensar que me he pasado casi toda la vida (más o menos desde que el niño que me gustaba se negó a prestarme su sacapuntas en 3º de EGB) equivocándome tan drásticamente en mi planteamiento del amor.

Anoche me dio por pensar que todos estos años habían sido tiempo perdido. Cuántos días, horas, minutos, segundos, perdidos EQUIVOCÁNDOME. Pero esta mañana, con la luz del día y un par de cafés bien cargados, me he dado cuenta de que no. Evidentemente, tenía que darme todos esos mazazos para llegar a esta conclusión. Porque sin el dolor de los mazazos y sin los chichones posteriores, ¿cómo vamos a aprender y a comprender?

Claro que ahora, la clave está en lo que viene después. Porque una cosa es aprender de los mazazos y otra muy distinta, dejar de dárnoslos. Yo estoy en ello, lo juro; porque es cierto que me siento fenomenal cada vez que paro...
Pero tengo la impresión de que, con el tiempo y la energía que me voy a ahorrar al no tener que curarme los chichones, voy a hacer grandes cosas.

6 comentarios:

  1. alguien muy especial para mi y yo siempre hemos disfrutado de la melancolía y los días que la acompañan, pq significa que entiendes la tristeza y empiezas la remontada, dejando atrás todo lo malo.
    Ahí te lo dejo Pari!!

    Muack!
    M.

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  2. Thomas Edison hizo 2000 experiencias hasta inventar la lámpara. Un joven reportero le preguntó el por qué de tantos fracasos. Edison respondió: "No fracasé ni una vez. Inventé la lámpara. Ocurre que fue un proceso de 2000 pasos".
    Un beso muy fuerte preciosa!
    Totalmente de acuerdo con tu visión del romanticismo y el verdadero amor no hace sufrir. Como dice mi madre:" Lo que viene liso no trae arrugas".
    Bsotes!
    Sandra

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  3. Me encantan los amores turbulentos, tormentosos, las peleas, las reconciliaciones, los celos, los desprecios... pero sólo en las películas. Cuando era más joven me parecía muy romántico lo de que los amores reñidos son los más queridos. Sufrir por amor era lo más. Pero ahora lo que me parece romántico es que me acaricien el pelo, que se preocupen por mí, que me quieran y que me hagan feliz. Yo también me he dado muchos mazazos (y a veces mira que se veían venir), pero los doy por buenos porque gracias a ellos sé lo que NO quiero.

    Enhorabuena por el blog.

    Besitos!!
    Ana

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  4. Simplemente dejar que te quieran, pero que te quieran bien. Sufrir por amor aporta experiencia pero nunca placer. Y ¿que es el amor si no es placentero? Nada de nada. No sirve. No aporta. No dice. No abraza. No besa.
    Parisina tienes mucho amor guardaddo. ¡Que afortunado/a el que acabe por entenderlo y vivirlo contigo!
    Un besazo guapísima.
    María

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  5. AMAR ES VIVIR. El amor es como un juego de azar, arriésgate a ganar cariño o a perder el corazón.
    khalil1883@hotmail.com

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