martes, 23 de febrero de 2010

HÉROES DEL DÍA A DÍA


Mi terapeuta me habló una vez de la importancia de no dejarnos deslumbrar por las personas que "brillan" mucho en apariencia. Me avisó de que, en muchas ocasiones, detrás de todo ese brillo hay algo mucho más oscuro y en muchas otras ocasiones, simplemente no hay nada. Evidentemente, esto me lo dijo porque yo tengo una tendencia clara a engancharme a hombres muy "brillantes", hombres con trabajos impresionantes, o vidas apasionantes, carismáticos y/o muy atractivos. Según mi terapeuta, si me parara a fijarme de verdad, la mayoría de estos hombres deslumbrantes acabarían descubriéndose como personas bastante mediocres (de esto puedo dar fe) y quizás, fijándome un poquito más incluso, vería a mi alrededor a bastantes hombres que en principio no son tan alucinantes pero que, tras raspar un poco la superficie, se mostrarán como lo que realmente son: personas increíbles que tienen muchísimo que ofrecer.

No sé si ha sido por los consejos de mi terapeuta, por el proceso de autoconocimiento al que me estoy sometiendo o por las dos cosas, pero cada vez veo más claro lo que me quería decir en aquella sesión de terapia. He pasado por una época "oscura", por llamarla de alguna manera, una época llena de altibajos, de esfuerzo, de lucha, una época que me ha dejado con un agotamiento casi crónico que me está costando quitarme de encima. Ahora que comienzo a salir de esa oscuridad, mi fe en mis creencias y en mí misma se ha reforzado muchísimo, mientras que mi fe en las personas, en el ser humano, ha flaqueado bastante. Me cuesta mucho más confiar, intimar y desear un acercamiento de cualquier tipo con otra persona y soy muy consciente de ello porque solía estar completamente abierta. El cambio se nota mucho.

Aun así, puesto que mi alma se está reforzando cada día más, el hecho de haber perdido la confianza en la humanidad no me ha trastornado demasiado. Es más, me he sentido cómoda con ello, cómoda en esa "soledad vital" en la cual soy única dueña de mis acciones y de mis circunstancias. No espero nada de nadie y por lo tanto nadie me decepciona. Es más, poco a poco, he ido comprendiendo a las personas, comprendiendo que son como son, que cada uno tiene sus circunstancias, que hay mil factores que afectan sus decisiones y sus actos y que todo lo que hacen y lo que dejan de hacer tiene, de una manera u otra, su razón de ser.

Hace poco, por una de esas "coincidencias" (¡no existen!) de la vida, se cruzó en mi camino una persona especial que me hizo mi carta astral Maya. Él me dijo que el Universo tiende al equilibrio kármico y que, por lo tanto, las personas que nos hacen daño en esta vida nos están devolviendo el karma de una vida anterior. Esto quiere decir que nosotros, en otra vida, hicimos el mismo daño a otra persona. Por lo tanto, me dijo, no debemos sentir odio ni rencor hacia estas personas. Debemos pensar que, al limpiar nuestro karma, ellas están ensuciando el suyo propio y éste, a su vez, deberá ser limpiado en otra ocasión.

Sean cuales sean las razones, la gente es como es. Somos tantísimas personas en este mundo, tantísimas energías moviéndose... puede ser que la armonía absoluta en el mundo nunca se produzca, pero la armonía dentro de nosotros sí es posible. Esto lo he comprendido.

Lo mejor de todo esto es que, una vez encontrada una mayor tranquilidad y habiéndome liberado de tantos rencores y agobios por otras personas, parece ser que se han abierto otras puertas en mi alma y por lo tanto, en mi vida. Para empezar, todo se está volviendo muchísimo más fácil. Mi trabajo como actriz está fluyendo de una manera insólita, soy completamente feliz en el escenario y no me importa nada más que estar en el momento y hacer mi trabajo, porque para eso estoy allí - para eso estoy aquí.
Lo mismo me ocurre con el resto de mis actividades - es increíble el poder que se libera cuando no estamos gastanto toda nuestra energía en preocuparnos de lo que dicen, hacen o piensan los demás. Somos seres increíblemente poderosos y abundantes -me temo que esto se nos olvida con demasiada facilidad.

Por otro lado, y curiosamente, en cuanto he dejado de agobiarme por la falta de atención, ayuda o apoyo por parte de los demás, la ayuda y el apoyo han comenzado a llegar. Cuando menos lo esperaba, han aparecido, uno a uno, ángeles en forma de manos amigas, que han estado cuando lo he necesitado, para ayudar de manera práctica o moral y para prestar su apoyo cuando hacía falta.

Así que ahora sí entiendo el consejo de mi terapeuta - el brillo no está en lo más deslumbrante. El brillo está en todas esas personas que, en contra de todo pronóstico, en contra de todo el cinismo y egoísmo de nuestro mundo actual, trabajan y se esfuerzan cada día por ser felices y crean una vida para ellos mismos.
Y encima, a veces, aún les queda tiempo y corazón para tender una mano a otro ser.
Son los héroes del día a día.
Y su brillo es el que realmente perdura.

3 comentarios:

  1. Me has recordado con tu pensamiento aquello de: "lo que verdaderamente estábamos haciendo era bailar con el océano..." (A. Baricco en Novecento)
    Cada uno en su baile, aunque en el mismo océano. En ocasiones calmado, otras imposible.
    Lo importante mo es tanto brillar por fuera sino por dentro.
    En cierto modo este "teatro de sueños" permite que "algunos" bailemos juntos...
    María

    ResponderEliminar
  2. Es fácil caer en la trampa de dejarse deslumbrar por las apariencias. Suelen ser lo que «entra» de forma más fácil, con el mínimo esfuerzo. Por esa razón nos preocupamos por crear una apariencia llamativa.

    Esto siempre va a ser así, lo que hay que aprender es a ver más allá y ser uno mismo. Aunque esto no quite que en ocasiones hay que saber causar una buena impresión, "All the world's a stage..."

    ResponderEliminar
  3. Yo este consejo de "no esperar" lo he dado en muchas ocasiones a gente que estaba como decepcionada y triste. Ahora que estoy triste yo, no sé que demonios decirme. Supongo que le tendría que decir a la tristeza "abandóname chata, vete ya de mi vera, que ningún novio me ha aguantado tanto!". Pero hija, tengo unos desenchufes brutales y siempre, en estas épocas, echo en falta más atención, pero tampoco la pido. Supongo que, una vez más, será culpa de servidora. Qué cruz!.
    Por cierto, si lees tú también mi último post, verás de lo que hablo...

    ResponderEliminar