miércoles, 2 de mayo de 2012

PASEMOS AL PLAN B


He sido educada para organizarme con cuidado, para tener un plan concreto, las ideas claras y la mente fría. Esto último no lo he llegado a conseguir hasta ahora y, sinceramente, creo que no quiero llegar a conseguirlo nunca. Lo de organizarme con cuidado sí que lo he llevado (más que) a rajatabla, desde saber los capítulos exactos del libro de matemáticas que repasaría cada día en octavo de EGB hasta tener el buzón de entrada de mi correo electrónico casi permanentemente limpio, ejecutando y archivando cada mensaje lo más rápido posible.

Un buen día, me di cuenta de que toda esta organización tiene un lado muy negativo. Llevada al extremo, puede llegar a dificultar el día a día... todos tenemos nuestras manías y la mayoría de las mías tienen que ver con el orden. Me resulta muy complicado trabajar en una mesa desordenada, cada cierto tiempo siento la imperiosa necesidad de ordenar mis cajones para no volverme loca y si la señora de la limpieza mueve de sitio los cacharros de mi cocina, mi primer impulso es dejar todo lo que estoy haciendo para volver a ponerlos donde estaban.

En los últimos meses, he intentado poner freno a todo esto, obligándome a permitir que el desorden entre en mi vida. Afortunadamente, soy muy obstinada y lo estoy consiguiendo. Como con todo, lo difícil es empezar. Una vez que compruebas por primera vez que el mundo - curiosamente - no se termina cuando el caos reina en tu cocina, lo demás viene prácticamente rodado.

El caso es que esta obsesión por el orden viene acompañada (o quizás debería decir que es un síntoma inequívoco) de una necesidad casi obsesiva de controlar la vida. Y al frenar tu obsesión por el orden, también te das cuenta de que la vida es totalmente incontrolable. Y esto trae consigo una desconcertante mezcla de impotencia y de liberación. Porque lo cierto es que ninguno de nosotros sabe lo que va a pasar mañana, ni dentro de cinco minutos... y por muchos cajones que ordenemos y por muchos planes detallados que hagamos, la vida tiene su propio camino.

Nos gusta planear porque con ello sentimos que vamos en una dirección concreta. Planear es soñar. Seguimos siendo esos niños que soñaban con princesas, caballeros y dragones derrotados... hoy lo seguimos haciendo con nuestros planes laborales, sentimentales y familiares. Y eso es maravilloso. Pero quizás sea importante recordar que, en más de una ocasión, nos va a tocar cambiar de planes, aceptar que nuestro camino no es el correcto y empezar de nuevo. Al igual que con el caos de la cocina, el mundo no se acaba por pasar al plan B (ni al C, ni al D).


Nuestro mundo está lleno de planes truncados: el proyecto que no funciona, la historia de amor interrumpida, el hijo que no llega, la enfermedad repentina, los accidentes físicos y emocionales, la soledad... un mundo de deseos y objetivos que parecen estar fuera de nuestro alcance. Lo que nos dicen todos esos sueños rotos es que hay ocasiones en las que, simplemente, tenemos que relajarnos y dejarnos llevar. Liberarnos de ese quiero y no puedo nos da paz y alas para volar más lejos.

Así que, en lugar de llorar o preocuparte por todo eso que no llega, sal a dar un paseo. Tómate una cerveza. Disfruta del sol y disfruta también de la lluvia... porque debes saber que no tienes control sobre la naturaleza, ni sobre el paso del tiempo, ni sobre la muerte, ni sobre el odio ni sobre el Amor. Lo único que podemos controlar es lo que hacemos con este preciso instante que estamos viviendo. Lo único que podemos hacer es eso: vivir. Sin dejar nunca de soñar.

Hace unos meses nunca hubiese dicho esto, pero la verdad es que el caos de mi cocina me ha hecho más feliz. Porque me ha enseñado que a veces hay que dejar de intentar nadar contracorriente. Y que quizás - solamente quizás - ese plan B resulte ser algo mucho mejor de lo que nunca llegamos a pensar.





4 comentarios:

  1. Me ha venido muy bien para la situación en la que me encuentro... en ello estoy.
    Gracias mi niña, me ha venido al pelo.

    ResponderEliminar
  2. Estoy totalmente de acuerdo y me siento muy identificada, Yo estoy viviendo mi plan B o C. y a resultado ser el bueno :) Y nadie se puede hacer una idea, de lo lejos que estoy del plan inicial. Lo importante es el hoy, y las pequeñas cosas. Por toda la gente que hoy, no tiene un plan B.

    ResponderEliminar
  3. Cierto. La cara B siempre fué la más interesante...
    Besos miles guapa
    María

    ResponderEliminar