viernes, 31 de enero de 2014

QUE ME QUEDE COMO ESTOY


Hace poco más de una semana, yo misma di el mazazo que marcó el comienzo de la reforma en mi piso. Desde ese primer día, aún no he vuelto a pasar por ahí, en parte por falta de tiempo y en parte porque no estoy segura de querer ver mi piso totalmente destrozado... el caso es que, aunque se sabe que la destrucción sólo es un escalón en el camino hacia algo mejor, todo el que ha pasado por una situación similar me ha dicho que es una imagen difícil de digerir.

Y es que al ser humano no le gusta el cambio. Somos animales de costumbres, nos gusta lo familiar, nos acomodamos, nos sentimos seguros sabiendo que las cosas son como siempre han sido... aunque no siempre signifique estar en una situación ideal. La frase Virgencita, que me quede como estoy, tan repetida en nuestro día a día, lo dice todo. El problema es que esa reticencia ante el cambio amenaza con hacer que nos perdamos cosas realmente maravillosas. Aunque parezca ridículo, a veces - de manera totalmente inconsciente - preferimos anclarnos en nuestras penas, en nuestras miserias y en erróneas actitudes aprendidas antes que aventurarnos a emprender un nuevo camino que nos puede llevar a ese deseado estado de paz y felicidad.

Me pregunto si este estúpido miedo nos hace traicionarnos a nosotros mismos. Si, aun sin quererlo, nos hace boicotear nuestra propia dicha: cada vez que no nos movemos para evitar el estrés del cambio, cada vez que andamos de puntillas por la vida en lugar de lanzarnos a la piscina, cada vez que damos un paso atrás en nuestras decisiones por el terror de perder nuestra estabilidad, por miedo al qué dirán o por pavor a ese futuro incierto que tanto nos paraliza.


El secreto que a veces tanto nos cuesta aprender es que ese futuro va a ser incierto, hagamos lo que hagamos. Mantenernos en el mismo sitio para no remover la Vida no evita los potenciales desastres de este mundo loco. Lo único que conseguimos así es vivir a medias y no fundirnos con la maravilla que es nuestra existencia. Anaïs Nin escribió: Y llegó el día en que el riesgo que corría por quedarse firme dentro del capullo era más doloroso que el riesgo que corría por florecer. Encuentro que, independientemente de mis equivocaciones y de todos los tropiezos en el camino, no hay dolor equiparable al de mantenerme encerrada en mí misma, al de no arriesgarme a sentir, al de no vivir mi vida con la intensidad con la que lo hago. No sé ser de otra forma, ni quiero. Una experiencia breve, vivida al máximo, vale cien mil veces más que vivir a medias durante años.

Se me ocurre que es muy necesario destruir para poder edificar algo nuevo. El día en el que tomé la decisión de destruir mi casa para construir algo que realmente deseaba, todo a mi alrededor se puso en movimiento. Esto es a la vez estupendo y terrible: un día siento que estoy en la cima del mundo y al día siguiente me encuentro al borde de un precipicio. Me siento desestabilizada, excitada, nerviosa, feliz, aterrorizada...

La vida es esto. Nada dura para siempre y nada es estático. Nosotros tampoco podemos serlo. Lejos de luchar contra las olas, nuestra mejor baza es montarnos sobre ellas, dejarnos llevar, y continuar nadando.


3 comentarios:

  1. "Mama used to say this too shall pass, and as the years went by I realized not only do the bad times pass, but the good times do too"- Frankie Valli, Jersey Boys

    Todo va rodando y hay que disfrutar del momento y los momentos que aún tenemos que vivir.

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  2. Si la oruga quisiera ser siempre oruga nunca sería mariposa.Un beso muy fuerte y sigue dando martillazos a la rutina.

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  3. The world is crazy and we must oblige. (Lumi)

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