domingo, 4 de octubre de 2015

CONECTAD@S


El fin de semana pasado fui a Barcelona, a visitar a mi amiga Juliana. Teníamos un plan muy específico: como parte de mis #35sueñosparamis35, íbamos a pasar el fin de semana juntas y acudir al concierto de nuestro cantautor favorito, Marwan. Fue un viaje relámpago, de menos de dos días enteros. Sin embargo, fue tan divertido, intenso y lleno de emociones y de aprendizaje, que en retrospectiva me parece haber pasado ahí muchísimo más tiempo.

Una de las cosas sobre las que he recapacitado tras este viaje es el estado de eterna conexión en el que estamos en nuestra sociedad. Fotos subidas a Facebook en tiempo real, información sobre dónde estamos, con quién estamos, qué estamos haciendo y por qué lo hacemos. Vivimos bajo un bombardeo de información sobre las vidas ajenas y muchos de nosotros contribuimos a ese tráfico de comunicación contándole al mundo todas nuestras peripecias. Yo misma soy culpable de esto. Es difícil que alguien que quiera seguirme el rastro no sepa a qué estoy dedicando mi tiempo. Con este blog, en el que hablo tan libre, abierta y sinceramente sobre todo lo que hago, pienso y siento, ya estoy exponiéndome de una manera bestial al mundo exterior. Pero además, utilizo las redes sociales asiduamente y estoy completamente introducida en la dinámica de contarlo todo (con foto incluída).


Tras mi fin de semana en Barcelona, revisando todas las fotos del viaje que había colgado en Facebook, me planteé (no por primera vez) hasta qué punto es inocuo lo que hago y si no sería mejor rebajar (bastante) esta interacción virtual/social.

El caso es que, una vez metidos en esta dinámica de las redes sociales, es bastante difícil salir. Son adictivas. De hecho, ha habido numerosos estudios sociológicos en los últimos años que han postulado diferentes teorías de por qué esto es así. Ha sido y sigue siendo todo un fenómeno virtual que nos ha cambiado como colectivo social. Pienso que es difícil encontrar un equilibrio y admiro a las personas que no han llegado a meterse en esta espiral virtual, porque de alguna manera siento que su vida sigue siendo suya, mientras que la mía quizás haya llegado a ser demasiado pública.

Habiendo dicho esto, debo admitir que personalmente, tengo un especial cariño a las redes sociales. Gracias a ellas, he encontrado a familiares con los que había perdido el contacto, he conocido a personas que han sido increíblemente importantes en mi vida y he podido alegrarme y alegrar a otros de maneras que, en otro tiempo, no habrían sido factibles.



Hoy mismo hablaba con mi hermana del hecho de que, para algunas cosas, sigo siendo un poquito antigua (o como dice ella, romántica). Creo que soy la única persona del mundo que sigue revelando las fotos y guardándolas en álbumes. Las fotos son para mirarlas en una tarde lluviosa con un té calentito y una manta... y qué queréis que os diga, no es lo mismo hacerlo en un álbum que en la pantalla de un ordenador. Tampoco es lo mismo pasar las hojas de un libro, olerlas, sentir cómo va cambiando el peso de una mano a otra mientras avanzas en la lectura, que leerlo en formato electrónico. Por eso me sigo resistiendo al e-book y por eso los álbumes amenazan con invadir mi casa por completo. Es así.

Y, sin embargo, hay una magia inigualable en el hecho de que, gracias a Facebook, pueda encontrar a primos a los que nunca había llegado a conocer. Hay algo tremendamente valioso en el hecho de que pudiera grabar en vídeo una canción entera de Marwan en el concierto de Barcelona para enviársela a nuestra amiga Cathy, que no pudo estar con nosotras ese fin de semana porque hace unos meses se mudó a EEUU. Con todos los aspectos potencialmente negativos de las redes sociales, se me ocurre que hay algo insuperable en la belleza de poder incluir a alguien del otro lado del mundo en nuestra alegría, hacerle saber que es parte de lo que está sucediendo, que la queremos, que la echamos de menos y que estamos pensando en ella.

Y es que las fotos reveladas, los libros en papel y las cartas escritas a mano son cosas maravillosas... pero estrechar lazos a través del mundo en un sólo segundo también lo es... ¿no creéis?


1 comentario:

  1. Què bonito! I made it into your blog <3 <3 <3 Yo personalmente estoy muy agradecida por esta conexión y lo que tu dices it makes it possible to maintain a friendship which would otherwise have been nearly impossible. Y tambien no sabes la pequeña fortuna que he gastado en imprimir mis fotos de los 4 años en europa jijij

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